Todo buen peluquero debería saber que el arte de la peluquería canina no se trata de “pelar perros”. De hecho, son diversas las materias que un profesional debería haber asimilado para realizar el oficio.
Una de las más importantes es conocer la estructura del perro:
- Nomenclatura de las partes del cuerpo.
- El esqueleto (nomenclatura, inclinación y ángulos).
- Las proporciones y líneas guía de los arreglos estándar de las principales razas que podemos encontrarnos en nuestro salón.
- Conocimiento en profundidad del porqué de los arreglos estándar (¿por qué lleva corbata un schnauzer?, ¿por qué rasuramos la parte superior de las orejas en un cocker?, ¿por qué dejamos más pelo en el corvejón de un caniche?).
Es por este motivo que una escuela de Peluquería Canina de calidad incluirá en su temario el estudio y aprendizaje de dicha asignatura, entre muchos otros temas.
El estudio de la morfología del perro nos enseñará que un arreglo será siempre “natural”, envolviendo e imitando las formas mismas del animal, respetando las proporciones correctas del estándar de la raza en cuestión o que resulten visualmente más armoniosas dentro de los cánones generales, en un mestizo (respetando las inclinaciones y ángulos genéricos del esqueleto del perro).
Si en nuestra mente guardamos una imagen mental del perro, desde el exterior hasta su esqueleto, realizaremos un mejor “vestido” y, si somos capaces de conjugar belleza y practicidad, habremos entendido a la perfección qué es ser estilista canino.